PUBLICADO EN RELACION AL BOICOT EL DIA DE LA FINAL DEL NACIONAL.


He leído un artículo en diario.es tituladoEl día que fui a boicotear el Campeonato de España de Galgos (https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/dia-boicotear-Campeonato-Espana-Galgos_6_991860816.html), firmado por Mila García Nogales, que se define a sí misma como Activista por la liberación animal. Ecofeminismo crítico. Antiespecista”. He de reconocer que posiblemente no sea objetivo en mis razonamientos al respecto, pero haré esfuerzos por serlo. Yo, por el contrario, sin ser “anti nada”, soy partidario de la concepción aristotélica que distinguía entre seres vivos inmortales (dioses), seres vivos mortales irracionales (animales) y los mortales racionales (el hombre). Por tanto, no comparto la idea del llamado movimiento “animalista” que persigue la igualdad absoluta de todos los seres vivos. Creo que es una falacia y que la naturaleza y la evolución “darwiniana” han puesto a cada uno en el lugar que le corresponde en la escala del universo, por lo que, siguiendo el pensamiento aristotélico, habremos de dejar a los dioses en el Olimpo con su inmortalidad, a los animales en su irracionalidad, y el hombre en su racionalidad. Eso no impedirá que, dentro de los márgenes de esa racionalidad, pueda haber un movimiento animalista en contra del maltrato animal, pero ello no puede llevarnos a que el animal se confunda con el ser humano. Como dice Javier Marías en alguno de sus artículos no hay que confundir los derechos de los animales con los deberes que los humanos tenemos para con ellos. Dice Gómez Pi que el payés quiere a su vaca, pero no la confunde con sus hijos. Estoy de acuerdo con Pi y con Marías.

Desde mi posición ideológica expuesta, entiendo y respeto a quien no piense como yo, pero no soporto los pensamientos “ultras”, ni que se falte a la verdad, y la articulista Mila García Nogales lo hace, porque yo también estuve allí. Estuve allí en el momento en que quince o veinte personas saltaron las vallas para hacer una “pantomima” de activismo; sí, ¡¡pantomima!!, porque a “eso” no puede llamársele boicot a nada. La rápida intervención de la Guardia Civil no fue para evitar un enfrentamiento –que no lo hubo-, sino simplemente para impedir que esos “activistas” ocuparan un lugar desde el que pudiera entorpecerse una  competición legal y autorizada. En ese tan breve tiempo lo que más se oyeron fueron silbidos de desaprobación, y al margen de que algún energúmeno -que hay en todas las partes- pudiera proferir improperios fuera de lugar y que yo ni  acepto ni apruebo, la mayoría de los allí presentes ni si quiera concedimos importancia a un incidente sin consecuencia alguna, y otros se limitaron a desaprobar la invasión del campo de carreras, pero no a amenazar en la forma que se indica. No dudo que alguien pudiera sobrepasar la libertad de expresión, pero eso no da derecho a generalizar un comportamiento como el que Vd. describe, porque no creo que decir “id para casa”, “fuera de aquí”  o similares, constituya una amenaza. Y eso es lo que sucedió en los escasos treinta o cuarenta segundos que duraría “la manifestación activista”. De esto hay imágenes emitidas por A3 en las que puede verse que en ningún momento hubo ni si quiera proximidad entre los manifestantes y el público asistente. Difícilmente puede nadie sentirse amenazado, pero parece que vale todo con tal de desprestigiar a quien no piensa como tú y que cada cual es libre de manipular los hechos y la información como le venga en gana distorsionando la realidad en beneficio propio. Lo cierto es que no pasó nada relevante. Por tan poca cosa no entiendo como la Sra. García Nogales se sintió amenazada. Es tener la piel demasiado fina, cuando los que estamos del otro lado hemos de aguantar que nos llamen ASESINOS simplemente porque tenemos y practicamos una afición que se reduce a sacar a nuestros galgos al campo para que hagan aquello para lo han nacido y a lo que su instinto natural les guía. Eso no es maltrato animal. Maltrato es tener los galgos en cautividad en un piso de ciudad de setenta metros cuadrados, en  soledad la mayor parte del día y sacándolos solo a hacer sus necesidades. Sra. García Nogales, la diferencia entre un galgo corriendo por el campo y otro vestido con un ridículo abrigo por las calles de la ciudad se nota en que uno es feliz y el otro no, en que uno es libre y el otro sufre estrés. Un galgo es un atleta que no debe hacerse un animal sedentario porque pierde su propia naturaleza.
No dudo de que Vd. estuviese allí, pero debió de ver cosas que nunca ocurrieron, porque la Guardia Civil nunca creó “un escudo humano entre la España que caza y su integridad física”, porque nunca hubo ni el más mínimo conato de violencia, porque Vd. no tiene la más remota idea de cómo pensamos la mayor parte los que estábamos allí, yo, al menos, no me incluyo dentro de lo que llama “masculinidad tóxica”. Al contrario, suelo ir acompañado de mi familia, de amigos y amigas,  de hombres y mujeres que aman el campo y el ámbito rural, pero que al mismo tiempo son respetuosos con los urbanitas, lo que no hacen los que piensan como Vd., que protestan contra una actividad que ni si quiera conocen. Porque tienen que saber que al galgo no se le obliga a correr detrás de la liebre, sino que lo hace por instinto; tienen que saber que en la caza con galgo lo primordial no es matar la presa, sino disfrutar de la carrera, y si la liebre se va, mejor que mejor. Primero pisen el campo, vean lo que se hace, infórmense sobre lo que critican y después opinen y protesten.

En cuanto a los abandonos de galgos, los datos que Vd. expone son falsos. Hay recientemente publicado un informe de SEPRONA al respecto. Léaselo. En 2018 los perros abandonados fueron 546, de los que solo 172 eran razas de caza y de ellos únicamente 52 eran galgos. Aún admitiendo que ese informe no recoja todos los abandonos, es evidente que estamos muy lejos de los 50.000 que Vd. maneja. La mayoría de los perros abandonados no son galgos, sino animales de compañía que en un momento determinado pasan a ser molestos para sus dueños que viven en la ciudad. Esa es la realidad.

De igual modo es una falsedad que lo habitual sea deshacerse de los galgos ahorcándolos, envenenándolos o tirándolos por un barranco. Esas prácticas afortunadamente son minoritarias y están en regresión y quien lo hace no está en mi gremio. Muchos galgos mueren de viejos en sus casas. Por cierto la muerte de un galgo en el campeonato fue un desgraciado accidente sobre el que, sin duda, cabe discrepar, pero no se puede mentir diciendo que fue debido a la falta de visibilidad por la niebla. Vd. ese día no estaba allí, yo sí, y cuando sucedió no había niebla.

Dice Vd. que hay un negocio ilegal de tráfico de animales. Sin duda algo de eso hay y debe perseguirse y erradicarse. Pero la realidad es que ese tráfico está muy limitado a grupos muy pequeños, y que la relevancia económica hay que buscarla no en eso, sino en la repercusión de esta actividad en el mundo rural. Si a la España “vaciada” le vas restringiendo su patrimonio material e inmaterial, dejará de estar vacía para estar derruida en muy poco tiempo.

Para su información, la Federación Española de Galgos pertenece al Ministerio de Cultura y Deportes, subrayo, CULTURA Y DEPORTES, y que para combatir las mafias de las que Vd. habla ha creado un Libro Registro y un banco de ADN a fin de identificar los galgos que puedan estar sujetos a prácticas ilícitas. No estamos al margen de la Ley, sino amparados por ella.

Para terminar, infórmese bien. Nuestros galgos no viven hacinados, ni en jaulas, viven en libertad, en espacios amplios, bien alimentados y pasando controles veterinarios preceptivos. Persígase a quien ejerza maltrato animal, pero no se empeñen en humanizar a los animales porque lo siguiente sería robotizar a los humanos. Entre el animal, el hombre y el robot hay una gran diferencia: la razón, el raciocinio. Mantengámonos cada uno en nuestro sitio y respetemos la escala de valores. Defendamos nuestras ideas, pero no pretendamos imponerlas a los demás a través de prohibiciones.



5 Febrero 2.020

Mirin